Iglesia Ortodoxa Griega

La mayor comunidad de griegos está dentro de la Ciudad de México desde la primera Guerra Mundial. Hoy, la Mayor comunidad griega de la Ciudad de México se centra en el área alrededor de la iglesia ortodoxa griega de Santa Sofía, Naucalpan, Estado de México.
En 2007, más de 230 familias Griego-Mexicanas vivieron en la Ciudad de México. Desde los años 40, el gobierno mexicano invitó a inmigrantes griegos a Sinaloa para mejorar la cosecha de aceitunas.

Pronto la comunidad griega se hizo tan grande que el área alrededor de Tamazula, Humaya, y Culiacán, los ríos se conocían como el Valle de Grecia.
La mayoría de los inmigrantes a Sinaloa se casaron con familias mexicanas. Hoy, Sinaloa tiene una presencia griega alta, muchas de las familias vinieron de Chipre y otros inmigrantes griegos del continente (enviaban cartas a sus amigos y familias, escribiéndoles de lo bien que les iba). Los apellidos griegos son muy comunes en este estado, en Culiacán existe la comunidad helénica de Culiacán.

El arzobispo ortodoxo griego Atenágoras, por su parte, es el responsable pastoral de comunidades de México, Venezuela, Colombia, Cuba, América Central y el Caribe.

En la Ciudad de México, la Catedral de Santa Sofía, sede del arzobispo, se encuentra en la colonia Hipódromo, Naucalpan, en el Estado de México. El primer obispo de esta Iglesia en nuestro país fue el Dr. Pablo Ballester, a quien se le recuerda como un hombre de fe y un prestigioso intelectual, pues, entre otras cosas, fue catedrático en la UNAM, además de que dejó como legado importante obra literaria y la traducción, al castellano, de autores clásicos de Grecia, así como un fraternal vínculo con la comunidad helénica de nuestro país, integrada por hijos y nietos de emigrantes griegos.

Nektariy administró durante 16 años la Catedral Ortodoxa Griega de Santa Sofía, en Naucalpan, Estado de México; periodo en el que trabajó al lado del obispo Pavlos de Nacianzo, quien fue asesinado en 1984, saliendo de la Catedral Metropolitana, a manos de un radical guadalupano quien posteriormente se suicidaría. Ahora, Nektariy tiene una encomienda especial de los rusos: construirles un templo o catedral en Ciudad de México, proyecto para el que dice contar con el aval del Patriarcado de Moscú, entidad que coordina las multiétnicas iglesias ortodoxas del orbe.

Historia de la Iglesia Ortodoxa Griega.

Originalmente, dependía del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, pero se declaró autocéfala en 1833, y fue reconocida como tal por el Patriarca de Constantinopla en 1850. Las comunidades cristianas de Grecia formaban, en la unidad con Roma, la provincia eclesiástica de Iliria. Desde el año 730 la provincia pasó a la jurisdicción del patriarca de Constantinopla, lo que le arrastró al Cisma el año 1054. En 1829, cuando terminó la guerra de liberación contra los turcos, la Iglesia se separó de la jurisdicción de Constantinopla y fue reconocida por el Patriarcado Ecuménico. El Rey de Grecia, según el modelo ruso, era el dirigente supremo del Santo Sínodo. No tienen un Patriarcado propio. En 1923 el arzobispo Papadopoulos reformó la constitución Sinodal, por la que el Santo Sínodo pasó a ser presidido por el Arzobispo de Atenas. Es el primus inter pares. Mantienen una tendencia a la organización democrática.

Durante la Segunda Guerra Mundial y la persecución comunista posterior, murieron muchos sacerdotes y fueron destruidas muchas iglesias. Este debilitamiento de las fuerzas fue aprovechado por la propaganda comunista y por sectas como los Testigos de Jehová y los Predicadores Sacros. La Iglesia ortodoxa de Grecia se ha ido recuperando lentamente de esta postración.

Trabaja en estrecha colaboración con el Estado. Una serie de asociaciones trabajan por la formación religiosa por medio de los medios de comunicación y las escuelas.

Cada estado tiene sus propias organizaciones apostólicas. También es importante el esfuerzo que despliegan por las obras caritativas y por la formación de sacerdotes competentes.

Las relaciones con el movimiento ecuménico se desarrollaron con interés, pero la comprensión del pensamiento y de las condiciones internas de la Iglesia Católica fue escasa. La Iglesia de Grecia mostró siempre una profunda aversión hacia las miras expansionistas del Patriarcado de Moscú.

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